" Un fantasma recorre el mundo: en su bicicleta, el único superviviente de la especie vaga por una Europa desierta, purificada de toda vida humana. Los vestigios de la civilización siguen en pie, instantánea del momento previo a la hecatombe; pero es el "instante" el que se deteriora, como una fotografía cuyos colores se van desvaneciendo: en los almacenes las conservas se pudren en sus latas sin que nadie las consuma, en el correo amarillean las cartas nunca despachadas, la hierba invade las calzadas que sólo cruzan animales salvajes, al volante de un auto inmóvil un esqueleto femenino no se decide a partir. Saqueador apacible, el último hombre se sirve de lo que encuentra en su camino (¿qué mejor abolición de la propiedad privada que la extinción de todo propietario?). También él morirá, y ese día la humanidad habrá dejado incluso de ser un mal recuerdo: Me alegro de que todo haya acabado. "
El hombre y la sociedad – Arthur Schopenauer
"Debo confesarlo sinceramente. La vista de cualquier animal me regocija al punto y me ensancha el corazón, sobre todo la de los perros, y luego la de todos los animales en libertad, aves, insectos, etc. Por el contrario, la vista de los hombres excita casi siempre en mí una aversión muy señalada, porque, con cortas excepciones, me ofrecen el espectáculo de las deformidades más horrorosas y variadas: fealdad física, expresión moral de bajas pasiones y de ambición despreciable, síntomas de locura y perversidades de todas clases y tamaños; en fin, una corrupción sórdida, fruto y resultado de hábitos degradantes. Por eso me aparto de ellos y huyo a refugiarme en la Naturaleza, feliz al encontrar allí los brutos."